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FIBROMIALGIA:EJERCICIO FÍSICO Y SU INFLUENCIA EN EL RENDIMIENTO DE LAS ACTIVIDADES DE LA VIDA DIARIA

  • Foto del escritor: Asocafisal
    Asocafisal
  • 27 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

LCFYD PF ERICK MICHEL ROSALES PÉREZ.

Licenciatura Cultura Física y Deportes, Universidad de Guadalajara.

Posgrado Entrenamiento Personal y Preparación Físico-deportiva, Universidad Isabel I De Castilla, España.

Diplomatura Nutrición deportiva.

Diplomatura Entrenamiento Personal, G-SE.



Actualmente el ritmo de vida nos demanda 2 factores muy importantes como lo es el rendimiento y eficacia dentro de las actividades diarias. Situaciones que de manera crónica nos conllevan una fatiga desde aguda hasta crónica, y mucho de ello parte desde un deficiente equilibrio entre el descanso y el tiempo activo.

Como profesionales de la salud encontramos múltiples patologías que aquejan a la población en general, y muchas de esas patologías las cuales parten a causa del sedentarismo y mala calidad de vida. Una de ellas y en la que hoy nos enfocamos es el tan mencionado SÍNDROME DE FIBROMIALGIA (SFM).


Hoy daremos una revisión de una patología la cual viene tomando demasiada relevancia y causando tal impacto en los grupos poblacionales.

Adentrados en las evidencias científicas actuales encontramos que el síndrome de fibromialgia es una condición común de dolor crónico, pero los pacientes también pueden presentar una amplia gama de otros síntomas, como trastornos del sueño, fatiga, rigidez y alteraciones frecuentes en el estado de salud psicológica. La mayoría de los pacientes con fibromialgia son sedentarios y tienen una baja condición física, esto puede agravarse por el dolor, la fatiga o la depresión, lo que limita sus actividades cotidianas y afecta a su calidad de vida y la empleabilidad.


Los pacientes con SFM no toleran bien el ejercicio agresivo y éste a menudo provoca un aumento de la percepción del dolor y la fatiga. La adaptación muscular a la actividad disminuida se ha planteado como una hipótesis al menos responsable de la reacción adversa al sobreesfuerzo, y se ha estudiado la morfología y fisiología de los pacientes con SFM. No se han hallado cambios morfológicos en los músculos específicos del SFM. En muy pocas muestras de músculo hay pruebas que sugieran la presencia de un trastorno mitocondrial y se ha documentado un posible deterioro de la microcirculación, si bien estos cambios no eran generales en el músculo ni el metabolismo de la energía muscular, así como tampoco los niveles enzimáticos varían de los controles. Los informes sobre la reducción del riego sanguíneo muscular inducida por el ejercicio en pacientes con SFM no se acompañaron de la reducción esperada de la densidad capilar que este hallazgo sugería. No está claro si los cambios metabólicos o morfológicos localizados en el músculo pueden explicar el dolor y la fatiga asociada con el SFM. Varios estudios han examinado el efecto del SFM en la vida diaria. El 50% de los pacientes que trabajaban había cambiado de tarea y trabajaban menos horas que antes de la enfermedad. Las tareas motoras resultaban más difíciles que antes del inicio del SFM, y el 67% refirió la ausencia o períodos cortos sin dolor. La falta de hallazgos objetivos de la percepción de los pacientes sobre la patología crea mucha tensión y les crea sentimientos de rechazo, incomprensión o descrédito. Estos sentimientos comprometen la capacidad del paciente para sobrellevar la enfermedad. Se interrumpen las actividades diarias, surgen conflictos de roles que generan más tensión aún, y se produce la pérdida de la forma física y la pérdida de futuras oportunidades. Los pacientes necesitan pronto información adecuada, además del reconocimiento de la enfermedad para reducir al mínimo las consecuencias psicosociales. Los estudios realizados durante los últimos 10 años respaldan la necesidad de una intervención multidisciplinaria para el tratamiento de estas alteraciones. Se recurre a la farmacología, la psicoterapia, la formación y la medicina física (entre las que encontramos el ejercicio y la fisioterapia) y su aplicación es en gran medida empírica y depende del resultado de los estudios en curso. Los métodos farmacológicos y psicoterapéutico se abordan junto con las intervenciones auxiliares. La medicina física forma parte importante del tratamiento de pacientes con SFM y el síndrome de fatiga crónica. En estos pacientes se han hallado pruebas de pérdida de la forma física, reducción de la función respiratoria, reducción de la amplitud del movimiento, disminución de la resistencia muscular y como consecuencia un menor rendimiento muscular. La alineación articular alterada y las posturas anormales pueden contribuir a la tensión periférica y a amplificar el dolor. El desentrenamiento vuelve los músculos más vulnerables a los cambios fisiológicos (hipótesis apuntada por algunos estudiosos como origen del dolor periférico) y afectan a la regulación neuro-hormonal. El estrés es un factor agravante para algunos pacientes con estas afecciones. La prescripción cuidadosa de un programa de ejercicio depende de los hallazgos significativos durante la evaluación inicial. El entrenador y educador físico que trabaja con pacientes con SFM o Síndrome de Fatiga Crónica debe evaluar las posturas, la fuerza, el balance articular y la capacidad cardiovascular para diseñar el programa de tratamiento. El ejercicio desde su prescripción con fines terapéuticos y de salud trata cuatro áreas principales de las deficiencias:


1. El estrés.

2. Las alteraciones en la postura y la movilidad.

3. Las alteraciones en el rendimiento muscular.

4. Las alteraciones en la capacidad cardiovascular.


Una planificación de ejercicio terapéutico bien realizada, con base y evidencia y perfectamente dosificada su dosis-carga es parte primordial del tratamiento para la mejora en la calidad de vida y un rendimiento físico óptimo para las Actividades de la Vida Diaria Laboral.

Como profesionales de la actividad física y la salud, tenemos una alta injerencia en el tratamiento de la fibromialgia como parte del trabajo multidisciplinar. Podremos decir que, si la intervención nutricional, farmacológica y psicológica es importante, el ejercicio físico es imprescindible y fundamental.


Aunado a ello, es importante destacar que podemos (y debemos en la mayoría de los casos) realizar ejercicio, pero no cualquier ejercicio. De ello, ya que no podremos generalizar o establecer una base de ejercicio único para todo sujeto que padezca fibromialgia, el profesional del ejercicio y la salud será el encargado de evaluar y prescribir un programa de ejercicio cuyo objetivo principal será la recuperación, salud y funcionalidad del sujeto en sus actividades diarias y laborales.

Es decir, metafóricamente, no todo el mundo se quita un dolor de cabeza o cefalea con 500mg de acetaminofén, de una dosis adecuada se encargará el médico tomando en cuenta muchos aspectos, desde edad, peso, etc.

Trasladando este ejemplo al ejercicio, de igual manera no podremos mejorar la condición del paciente con fibromialgia con un programa de ejercicio único y general para toda población. Partiendo desde una evaluación de aspectos de condiciones de vida del sujeto podremos definir la programación del ejercicio.

En el caso del sujeto que evaluaremos su actividad laboral con objetivo de un impacto positivo a su salud, hay aspectos fundamentales a tener en cuenta como:


1.- Tipo de trabajo que realiza (oficina, cargador, etc.).

2.- Tiempo que pasa realizando esta actividad.

3.- Días a la semana que realiza este trabajo.

4.- Actividades que se realizan fuera del horario laboral.

5.- Nivel de estrés, así como tiempos de descanso (recuperación nocturna).


Entre otros factores los cuales se deben llevar en conjunto al trabajo del educador físico.

Finalmente, y para recalcar la importancia e impacto que tenemos como profesionales de la salud y el ejercicio, hemos de saber que no solamente somos entrenadores/preparadores físicos/instructores, etc., sino que somos también DOSIFICADORES DE LA FATIGA.

Si sabiendo cuantificar tiempo, volumen, frecuencia, intensidad y densidad, podremos llegar a tener problemas dentro de la programación del ejercicio, si no lo supiéramos cuantificar, imagine el conflicto. De ahí parte un impacto positivo o negativo en nuestro paciente que, como este caso, tenemos muchos actualmente a nivel mundial. Es decir, somos clave y pieza fundamental en el tratamiento del síndrome de fibromialgia, y las evidencias científicas respecto a la influencia del ejercicio físico en esta patología lo respalda.

 
 
 

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